Gestión de las emociones
LO HACES MUY MAL...
Era un lunes por la tarde, recuerdo que era la hora de hacer plástica y coincidía que estábamos dos maestras en la clase de 6º de Primaria. Era perfecto porque de esta manera podíamos atender a los niños de una manera más eficaz. Ese día propusimos hacer una actividad por parejas.
De repente observo a Quique y a Silvia discutiendo. Me acerco a ellos y les pregunto ¿qué sucede? Me contestan chillando y desesperados, uno diciéndome que ella no le dejaba dibujar, y Silvia alzando la voz me dice que Quique estaba dibujando muy mal y que no quería trabajar más con él.
Entonces, al ser dos profesoras en el aula les invité a salir fuera de la clase para hablar más tranquilos sobre el conflicto que estaban teniendo. Primero de todo, les digo que van a hablar los dos y que por lo tanto se deben de escuchar bien, y siempre desde el respeto y el amor hacia el otro.
Diálogo entre los niños y la maestra
Maestra: ¿A quién le apetece hablar primero?
Quique: A mí. Estaba dibujando y ella me dijo que parara, que lo estaba haciendo muy mal y que ella lo acabaría.
Maestra: Entiendo. ¿Cómo te hace sentir todo esto a ti?
Quique: Pues muy mal.
Maestra: ¿Y qué significa "mal" para ti, es decir, te ha hecho sentir enfado, sorpresa, miedo, tristeza...?
Quique: Me ha enfadado que me dijera que no lo estaba haciendo bien.
Maestra: Me gustaría que se lo dijeras a ella mirándole a los ojos y diciéndole todo lo que acabas de decir, quizás ella no se ha dado cuenta de tu dolor.
Quique: No me ha gustado que me dijeras que no sabía hacerlo, por eso me he enfadado.
Silvia: Si te he dicho que lo quería acabar yo era porque estabas arrugando la hoja y estaba quedando fatal.
Maestra: Entonces, lo que a ti realmente te ha molestado era que te había arrugado el trabajo, no porque él dibujara mal, ¿es así?
Silvia: Pues sí, es que a mí me gusta presentar las cosas bien hechas, no de esa manera como ha quedado.
Maestra: Entiendo, ahora sería bueno que se lo dijeras a él la importancia que tiene para ti poder entregar este trabajo limpio y sin ninguna arruga.
Silvia: Yo quiero entregar lo que estamos haciendo con una buena presentación, ten cuidado cuando tengas que dibujar.
Quique: No sabía que te había molestado eso.
Silvia: Vale.
Maestra: Ahora desde aquí, ¿queréis decir algo más?
Quique: Lo siento.
Silvia: Perdona.
Maestra: Muy bien, ahora decirme ¿cómo estáis después de descubrir lo que realmente os pasaba?
Quique: Yo estoy más tranquilo.
Silvia: Estoy mejor, más calmada.
Maestra: Siempre delante de cualquier malentendido utilizar el diálogo, de esta manera, seréis más capaces de entenderos. Gracias por vuestra sinceridad y vuestra resolución.
Reflexión del caso
Como podéis ver los niños no se dan cuenta de qué es lo que les pasa y qué pueden hacer con lo que les pasa. Es muy importante acompañarles en estas situaciones, porque no saben cómo lidiar con los conflictos.
Por eso debemos escucharlos, ponernos en su lugar con lo que sienten y darles un espacio y tiempo para que hablen entre ellos. Sin embargo, lo que es más habitual en los adultos es decirles "venga va, no le hables así y hacer el trabajo".
Pero fijaros bien, detrás de todo esto ¿qué significado hay? ¿realmente, qué les estamos diciendo?: "no me importa lo que está pasando, ni lo que os está pasando entre vosotros, lo que me importa realmente es que hagáis la faena".
Desde aquí, ¿creéis que estamos formando a personas inteligentes emocionalmente hablando? Para nada, lo único que estamos haciendo es cortar el problema, sus sentimientos, su evolución como personas, nunca podrán llegar a saber qué les pasa y cómo gestionar lo que les pasa si no los atendemos.
¿Qué podemos hacer?
1. Parar y escuchar con empatía las dos versiones de los niños.
2. Decirles que deben de hablar desde la calma y si están con el enfado hablaran más tarde.
3. NO deben de enjuiciarse: "eres un desastre" "lo has hecho fatal".
4. Especifiquen qué les molesta y que hablen de la emoción que sienten (los adultos tenemos que ejemplificar esta parte para que lo entiendan): "cuando tú me arrugas el papel me enfada".
5. Que no les quede nada por decir al otro.
2. Decirles que deben de hablar desde la calma y si están con el enfado hablaran más tarde.
3. NO deben de enjuiciarse: "eres un desastre" "lo has hecho fatal".
4. Especifiquen qué les molesta y que hablen de la emoción que sienten (los adultos tenemos que ejemplificar esta parte para que lo entiendan): "cuando tú me arrugas el papel me enfada".
5. Que no les quede nada por decir al otro.
Si conseguimos que sigan estos pasos delante de cualquier situación problemática podrán llegar a relacionarse con el otro de una manera más pacífica. Siempre tenderán a hablar bien, a ponerse en contacto con su realidad interior, a saber cómo gestionar el conflicto... en definitiva, podrán estar en el mundo desde el bienestar.
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