Tiempo para relajarse
¡NOS VAMOS DE COLONIAS!
Nos fuimos de colonias tres profesores con niños de 4º de Primaria durante tres días. Pasamos unos días muy divertidos, pero...¿cuál es el momento más difícil de lidiar en unas colonias? La hora de irse a dormir.
La primera noche estaban todos muy nerviosos, evidentemente, lo único que querían era hablar, jugar, coger linternas y asustarse entre ellos.
Seamos realistas, si nos ponemos hacer memoria de nuestros campamentos de cuando éramos pequeños ¿qué era lo que más nos gustaba sin duda alguna? El momento de la noche, de vernos todos con pijama, de salir a ver qué hacían los demás, de hablar mucho y de pasar miedo. Entonces, ¿qué podemos esperar que hagan ellos? Exactamente lo mismo.
Mis otros dos compañeros no estaban del todo de acuerdo que dejáramos libertad a los niños para que pudieran tener un rato de "juego". Aún así, les empecé a explicar la importancia de dejarlos que fueran e hicieran. Les dije que ellos también fueron niños y que estaba segura de que, para ellos, también era muy emocionante cuando llegaba la hora de irse a dormir.
Al día siguiente, nos levantamos e hicimos todas las actividades programadas, se lo pasaron en bomba y llegó otra vez el momento más esperado para ellos: la noche.
Esta vez, mis compañeros querían llamarles la atención, pero rápido me adelanté yo y fui habitación por habitación para hablar con los niños. La mayoría de ellos me decían que estaban muy cansados y que no se podían dormir.
¿Qué hice? Cogí mi móvil, les puse música relajante y les hice una pequeña meditación. Les aconsejé que se pusieran una mano en el pecho y la otra en la barriga, que respiraran poco a poco, que se fijaran en cómo entraba el aire por la nariz y cómo salía por la boca, en cómo sus barrigas se movían en un movimiento tranquilo y cómo su cuerpo se iba relajando.

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Cuando veía que el silencio se apoderaba, bajaba el tono de la música, me iba y se iban oyendo algunas voces diciéndome "gracias", "me he quedado muy relajada", "qué silencio".
Al día siguiente, me venían diciendo "me quedé muy dormido", "qué pena que hoy ya nos vamos, me gustaría volver hacer la relajación", "gracias por venir, lo haré en mi casa", etc.
Ya han pasado dos años y, hoy por hoy, aún se acuerdan de ese día y me dicen "en mi casa hago la relajación que nos hiciste en las colonias y me quedo muy rápida dormida", "hago relajación cuando veo que estoy muy nerviosa", "aún recuerdo ese momento que viniste y nos ayudaste a dormir"...
Daros cuenta cómo de importante es para ellos poder PARAR. Nadie les ha enseñado a cómo parar, no tienen herramientas. Ni siquiera los adultos sabemos hacerlo, ¿cómo lo van a saber hacerlo ellos por sí solos?
¿Qué podemos hacer?
Les tenemos que enseñar a encontrar un espacio y un tiempo para ellos, para que se relajen, para que se encuentren con ellos mismos y sepan cómo están y qué necesitan.
De esta manera, conseguiremos unos niños más capaces de autocontrolarse, de saber qué les pasa, de estar más en el aquí y en el ahora en vez de estar en sus pensamientos. Si se recrean en ellos y los alimentan lo único que consiguen es distraerse de lo que les está pasando en su momento presente.
Esta práctica meditativa también la llevo a cabo en mi día a día en la clase. Previamente a hacer la relajación, les digo que conecten con la emoción que sienten. Antes de empezar la lección siempre apago la luz, pongo durante unos minutos una música suave, se hacen masajes o les hago una pequeña relajación guiada.
Cuando se acaba la relajación les pregunto qué emoción han tenido al empezar y al acabar.
Os puedo decir que la mayoría de ellos dicen que han venido nerviosos, contentos, enfadados, alterados... y cuando acaban están más relajados, tranquilos, en paz, con ganas de estar más rato en silencio... También les pregunto si esta práctica les gustaría hacer en su día a día y todos levantan la mano y comentan "lo haré en mi casa", "yo ya lo hago", "me ayuda cuando estoy nerviosa", "me siento más tranquila".
Me gustaría añadir algo relevante, y es que si por lo que fuera un día no podemos hacer la relajación ellos mismos son los primeros que se quejan y me piden que porqué no tenemos tiempo para hacerla.
Imaginaros queridos lectores qué necesario es para los niños que puedan tener un tiempo para poder mirar hacia adentro. Vivimos en una sociedad donde la tecnología prima, donde la velocidad es nuestra fiel amiga, donde nos ocupamos de hacer cosas y nos desocupamos de nosotros mismos y de los demás.
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Para quienes seáis padres, tíos, abuelos, educadores, enfermeros... y queréis poner esto en práctica seguid los mismos pasos citados anteriormente. Lo podéis hacer cada día 5-10 minutos para que así se convierta en una rutina. Igual que se lavan los dientes, se ponen el pijama, también serán capaces de integrar esta nueva manera de hacer.
Os recomiendo que sea un lugar tranquilo, a poder ser libres de estímulos y que ellos se sientan acogidos. Por ejemplo, sus propias habitaciones o una salita podrían ser un buen lugar.
¿Quién podrá enseñar a nuestra futura sociedad un equilibrio en su ser? Si no lo hacemos nosotros ahora mismo estamos perdidos, o mejor dicho, nuestros pequeños están perdidos.
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